Esta es la historia de unos recién casados que en su luna
de miel les cambió la vida por completo.
Me llamo Odd, tengo treinta años
y soy de Madrid. Me considero un chico aventurero y valiente. Soy alto, moreno
y tengo los ojos azules. Hace unas semanas me casé con mi mujer Daniela, que es
baja, rubia y con los ojos verdes. ¡Es la chica más guapa del mundo!
El día después de la boda, nos
levantamos muy temprano para coger el primer vuelo destino a Egipto. Al llegar
al aeropuerto nos subimos al avión, estábamos muy contentos y nerviosos,
siempre habíamos deseado ir a Egipto, nos parecía un lugar magnífico. Cuando el
avión despegó oímos un ruido muy extraño, pero no le dimos importancia. Al cabo
de una hora el avión empezó a emitir el ruido otra vez y de repente… ¡Pum! El
avión comenzó a caer en picado. Recuerdo que toda la gente chillaba. Agarré la
mano de Daniela y rápidamente nos fuimos al final del pasillo del avión, donde
había dos paracaídas, nos los pusimos y abrimos la compuerta. ¡Flaz! De pronto,
estábamos ella y yo flotando en el aire. Nos cogimos de las manos para no
separarnos, abrimos los paracaídas y bajamos muy lentamente. Al aterrizar nos
dimos cuenta de que nos encontrábamos en una selva enorme, no sabíamos ni qué
selva era ni en qué territorio del mundo estábamos… La pregunta era: ¿qué
teníamos que hacer?
Decidimos adentrarnos en la selva
para ver si había más supervivientes cómo nosotros. Andamos durante horas y
horas, sin encontrar a nadie, ni un alma viva, ni un pájaro, nada. Estábamos
hartos de andar y nos sentamos a comer una barrita energética que Daniela tenía
en el bolsillo. De repente oímos pasos y de pronto vimos a un hombre delante de
nosotros. Parecía un hombre de unos cuarenta años, llevaba ropa vieja y su
aspecto no parecía del todo normal. Vino corriendo hacia Daniela y yo, de
repente sacó un cuchillo y lesionó a Daniela y eso es lo que me hizo
enfrentarme a ese hombre. ¡Pim! ¡Pam! Golpes por arriba, golpes por abajo. Al
final le quité el cuchillo y se lo clavé en la yugular. Quedó estirado al suelo.
Cogí a Daniela en brazos y me fui corriendo a buscar ayuda. Al cabo de una buen
rato encontré una casa que estaba en un árbol. ¡Alguien vivía ahí! En ese preciso momento
empecé a gritar ayuda y salió una anciana de aquella casa. Aquella anciana fue
muy amable con nosotros, curó a Daniela y nos acogió en su hogar para que
Daniela se acabara de recuperar.
Al cabo de una semana Daniela se
recuperó del todo y tomamos una decisión que nos cambió la vida por completo: nos
queríamos quedar a vivir con aquella anciana tan amable que nos había ayudado
tanto. Ella estuvo muy contenta, había estada 50 años sola en aquella selva
desconocida sin hablar con nadie. Nos quedamos a vivir allí y nuestra luna de
miel la celebramos en aquella selva.
Ariadna Jiménez i Irina Jiménez Grup 3
No hay comentarios:
Publicar un comentario