martes, 20 de octubre de 2015

LA LUNA DE MIEL

Esta es la historia de unos recién casados que en su luna de miel les cambió la vida por completo.

Me llamo Odd, tengo treinta años y soy de Madrid. Me considero un chico aventurero y valiente. Soy alto, moreno y tengo los ojos azules. Hace unas semanas me casé con mi mujer Daniela, que es baja, rubia y con los ojos verdes. ¡Es la chica más guapa del mundo!

El día después de la boda, nos levantamos muy temprano para coger el primer vuelo destino a Egipto. Al llegar al aeropuerto nos subimos al avión, estábamos muy contentos y nerviosos, siempre habíamos deseado ir a Egipto, nos parecía un lugar magnífico. Cuando el avión despegó oímos un ruido muy extraño, pero no le dimos importancia. Al cabo de una hora el avión empezó a emitir el ruido otra vez y de repente… ¡Pum! El avión comenzó a caer en picado. Recuerdo que toda la gente chillaba. Agarré la mano de Daniela y rápidamente nos fuimos al final del pasillo del avión, donde había dos paracaídas, nos los pusimos y abrimos la compuerta. ¡Flaz! De pronto, estábamos ella y yo flotando en el aire. Nos cogimos de las manos para no separarnos, abrimos los paracaídas y bajamos muy lentamente. Al aterrizar nos dimos cuenta de que nos encontrábamos en una selva enorme, no sabíamos ni qué selva era ni en qué territorio del mundo estábamos… La pregunta era: ¿qué teníamos que hacer?

Decidimos adentrarnos en la selva para ver si había más supervivientes cómo nosotros. Andamos durante horas y horas, sin encontrar a nadie, ni un alma viva, ni un pájaro, nada. Estábamos hartos de andar y nos sentamos a comer una barrita energética que Daniela tenía en el bolsillo. De repente oímos pasos y de pronto vimos a un hombre delante de nosotros. Parecía un hombre de unos cuarenta años, llevaba ropa vieja y su aspecto no parecía del todo normal. Vino corriendo hacia Daniela y yo, de repente sacó un cuchillo y lesionó a Daniela y eso es lo que me hizo enfrentarme a ese hombre. ¡Pim! ¡Pam! Golpes por arriba, golpes por abajo. Al final le quité el cuchillo y se lo clavé en la yugular. Quedó estirado al suelo. Cogí a Daniela en brazos y me fui corriendo a buscar ayuda. Al cabo de una buen rato encontré una casa que estaba en un árbol.  ¡Alguien vivía ahí! En ese preciso momento empecé a gritar ayuda y salió una anciana de aquella casa. Aquella anciana fue muy amable con nosotros, curó a Daniela y nos acogió en su hogar para que Daniela se acabara de recuperar.


Al cabo de una semana Daniela se recuperó del todo y tomamos una decisión que nos cambió la vida por completo: nos queríamos quedar a vivir con aquella anciana tan amable que nos había ayudado tanto. Ella estuvo muy contenta, había estada 50 años sola en aquella selva desconocida sin hablar con nadie. Nos quedamos a vivir allí y nuestra luna de miel la celebramos en aquella selva.


Ariadna Jiménez i Irina Jiménez Grup 3

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